Adolescentes y moviles
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Desde que empezamos a impartir charlas en Colegios a padres y alumnos sobre seguridad en internet, venimos observando que el 90% de las cuestiones suscitadas hacen referencia a dos cuestiones: Telefonía móvil y Redes Sociales. Vamos a dedicar este artículo al primero de los problemas. La telefonía móvil. Ante todo indicar una realidad. No existe en todo este tema un problema real. Las nuevas tecnologías están aquí para quedarse y los beneficios que aportan son enormes frente a los miedos que puedan surgir. Porque en este tema existe, ante todo, un profundo miedo a lo desconocido, que se da en muchos padres, por la existencia de una enorme brecha digital entre ellos y sus hijos. Estos hijos han nacido ya dentro de la tecnología. Desconocen incluso como usar un teléfono de marcación por disco. Se ríen del concepto de cabina telefónica y otros inventos que sus padres utilizaban para comunicarse con amigos. En realidad los problemas que se generan son los mismos que existían antes, pero trasladados del mundo «real» al mundo «virtual». El «no aceptes caramelos de extraños» se ha cambiado al «no envíes fotos a extraños». El acoso que sufrían algunos niños en el colegio, lo sufren ahora en las Redes Sociales. Algunas peculiaridades, sin embargo, merecen ser expuestas en este artículo. La mayoría de problemas que surgen alrededor de los smartphones son de índole sexual. Es una época de profundos cambios en la vida del adolescente o pre adolescente y vale la pena tener este hecho en cuenta a la hora de analizar qué ocurre. Veamos pues, algunos de las cuestiones más frecuentes:

Fotografias: el gran caballo de batalla.

Hoy día todos los teléfonos móviles de tipo smartphone tienen, al menos, una cámara de fotos. Esta es la fuente principal de problemas a los que nos enfrentamos los padres. La moda de los «selfies» irrumpe con fuerza en el entorno de los adolescentes. Hay que dejar claro que TODAS LAS FOTOS pueden ser una fuente de disgustos y no sólamente aquellas que podamos pensar que sean provocativas o, incluso, eróticas. Una simple foto de un pie, tomada en casa, y enviada a los contactos, puede ser problemática. ¿Por qué? Los móviles utilizan principalmente el standard «jpg» a la hora de almacenarse. Este standard tiene la ventaja de que con una mínima pérdida de calidad, consigue una gran compresión de tamaño, de forma que ocupa menos espacio que otros formatos como el «bmp», «tiff» o incluso el «png». Pero tiene el problema de que incorporan datos de la fotografía en un sistema denominado EXIF. Dicho EXIF contiene datos interesantes como la hora a la que se tomó la foto, el tipo de cámara, la apertura de diafragma o la velocidad de obturación. A los que nos gusta la fotografía, estos datos son interesantísimos a la hora de conocer cómo fue tomada una foto determinada. Sin embargo, contienen una trampa. En aquellos dispositivos dotados de geolocalización, conserva además los datos del lugar donde fue tomada con una precisión de metros. Cuando una foto es tomada en casa, por ejemplo, y no se ha desactivado la geolocalización de la cámara (la mayoría de móviles activan la geolocalización por defecto), cualquier receptor de dicha imagen podría, en teoría, conocer a la perfección dónde vive la persona que hizo la foto. De aquí se pueden derivar acosos, chantajes, o incluso, unido a comentarios de tipo «me voy un mes de vacaciones con mi familia y no se queda ni el perro», robos en el domicilio. No es necesaria una alta tecnología para leer los datos EXIF de una foto. Existen cientos de aplicaciones en el mercado, muchas de ellas gratuítas, que leen esos datos EXIF. Además algunas redes sociales NO BORRAN los datos EXIF cuando las colgamos en internet. Son pocas, pero conviene conocer cuáles son y cuándo no borran esos datos. En este artículo, explicábamos el tema de los datos EXIF y las Redes Sociales. Debemos aconsejar a los jóvenes a desconectar la geolocalización de la cámara, al menos cuando estén en casa o un entorno frecuente, y que sólo lo activen en viajes o eventos similares, donde no puedan ser localizados con regularidad. Pero no es el único inconveniente de las fotografías. La mayoría de las veces las fotografías van asociadas a charlas a través de medios de mensajería electrónica. Ese es el punto más débil de todo este sistema.

Mensajería electrónica. ¿Es segura?

La respuesta es que lo es, mientras utilicemos el sentido común. Por desgracia, en la mayoría de los casos problemáticos, nos hemos encontrado con un problema serio y es que no se siguen unas precauciones mínimas que son las siguientes:
  1. Debemos estar seguros de quién es nuestro contacto.
  2. Toda la información es insegura en el momento en que sale de nuestro dispositivo
  3. No existe medio eficaz para controlar que cualquier dato que sale de nuestro móvil se borra por parte del receptor.
  4. Siempre debemos ponernos en el peor de los casos de qué puede suceder cuando cualquier dato sale de nuestro móvil.
Son cuatro reglas sencillas. Vamos a ver las consecuencias de no aplicarlas. La mayoría de las comunicaciones de los jóvenes a través del móvil, son con sus amigos. Hay veces, no obstante, que los jóvenes contactan con personas desconocidas a través de distintas redes sociales. Un comentario ingenioso, un tuit gracioso, lo que sea, puede ser la chispa que encienda algo incontrolable. Ahí es donde radica el principal peligro. Muchas de las veces las personas confían en los que sienten cuando hablan con alguien. Pero ese alguien puede ser, sencillamente, un impostor. Dado que es totalmente inútil prohibir contactar con desconocidos, debemos informar a los jóvenes de ciertas medidas de seguridad antes de iniciar cualquier envío a desconocidos de datos susceptibles de ser usados en contra nuestra. Para empezar, a veces el contacto fraudulento envía una foto suya para dar cierta confianza al menor. Esta no es una forma de identificación ideal. Cualquiera puede usar una de las miles de fotos que hay en internet de adolescentes para hacerse pasar por otro. Muchos jóvenes alegan, por ello, que han visto a su contacto en movimiento, en una conversación en tiempo real. Aunque este es un punto más de seguridad, existen redes especializadas en pornografía infantil que utilizan ganchos para estos contactos. Otros jóvenes a los que utilizan a cambio de dinero o por medio del chantaje. Por tanto, hay que avisar a los jóvenes de estos peligros. La segunda idea que hay que inculcar al joven es que a partir del momento en que sale de nuestro dispositivo, perdemos el control de la misma. Poco o nada podemos hacer para controlar esa información. Incluso cuando va a fuentes de confianza, esa información delicada puede pasarse de unos a otros por muchos motivos. Para presumir de una conquista, para indicar lo bueno o buena que está una persona, o incluso para burlarse de esa persona. El móvil puede ser robado o hackeado. Un comentario inapropiado, una foto comprometedora. Toda esa información deja de ser nuestra desde el momento en que sale de nuestro móvil. Incluso si sale a la «nube». El caso de Jennifer Lawrence y otros famosos que han visto su intimidad seriamente afectada por un fallo de seguridad en iCloud han puesto de manifiesto este problema. Los jovenes usan ciertas aplicaciones para el fenómeno llamado «sexting». Estas aplicaciones se usan porque a los pocos segundos de ser enviadas, el smartphone borra esas imágenes o textos sin que el que lo recibe pueda hacer nada. Son, por ejemplo, snapchat o telegram. Existen modos de saltarse esta seguridad. La más sencilla es tan simple como realizar una captura de pantalla cuando estamos visualizando la foto. Las últimas versiones de snapchat notifican al usuario que se ha realizado una captura de pantalla. Pero en cualquier caso, la captura de pantalla ya está hecha y la foto en poder de la otra persona. Por si esto fuera poco, tenemos otro problema. Existen aplicaciones gratuitas que permiten hacer la captura de pantalla sin que el remitente sepa que esa foto que ha enviado en «secreto» ha sido guardada. Con lo cual no solucionamos nada. El último de los puntos es crucial para mentalizarse de que algo puede salir mal. Es la ley de Murphy de los chats. Cualquier cosa de las comentadas hasta ahora puede suceder en cualquier momento, y no hay forma de controlarlo, más que evitando las ocasiones de peligro.

Telefonía móvil y redes públicas

Una red pública es un punto de conexión WiFi abierto al público. Mucha gente lo utiliza para sus conexiones por la ciudad, pero es especialmente utilizado por los jóvenes para conectar a alta velocidad y sin consumir datos propios. Hay que hacerles saber que estas redes hay que usarla con cuidado. No son seguras. Hay que recomendar a los jóvenes no usar estas redes para acceder a páginas que puedan contener material privado. A través de estas redes es relativamente fácil para un hacker experto acceder a esos datos. Incluso a acceder a nuestro móvil y extraer fotos de ellos. Instalar un buen antivirus dentro del smartphone debería ser una práctica habitual porque además existen buenos gratuitos.

Telefonía móvil y servicios premium

Otro de los problemas, aunque éste no afecta a la privacidad, sino a la cuenta corriente. es el de los servicios llamados premium o de pago. Aunque las estafas que surgen alrededor de este tema afecta a jóvenes y mayores, no está de más recordar unas pautas para que este tipo de engaños no se reproduzcan. Lo primero es recordar que nadie da euros a 90 céntimos (lo de duros a cuatro pesetas ya no lo entienden). Últimamente se ve en facebook y otras redes sociales «eventos» en los que se invita a participar en sorteos de 200 móviles iPhone 6 o de vales de 500 euros en Zara o H&M (tiendas a las que los jóvenes acuden con frecuencia). Con ese reclamo a los dos o tres días envían un mensaje a todos los suscritos diciéndoles que introduzcan su número de teléfono en una página para comprobar si les ha tocado el premio. En el momento en que introducen el número, quedan suscrito a un servicio premium que les envían durante días varios mensajes al día a un coste de dos o tres euros. Y hasta que conseguimos pararlo pueden pasar dos o tres días, en el mejor de los casos. Recuperar luego el dinero es cosa ardua. Posible, pero nos puede llegar a costar más que la propia factura. Existen otras modalidades de esta estafa. En general podemos decir que no debemos introducir NUNCA nuestro número de teléfono en una página que resulte sospechosa o no sea de absoluta confianza. Inculcar eso también a los jóvenes nos puede ahorrar a nosotros y a nuestra cuenta bancaria muchos sustos.

¿Y qué podemos hacer nosotros? El control parental.

Nosotros recomendamos ante todo y sobre todo, fomentar el espíritu crítico y el sentido común en los adolescentes. Que sepan a qué riesgos se exponen y las consecuencias de asumir esos riesgos. Existen herramientas que permiten controlar la actividad de los dispositivos móviles a la hora de usarlos por terceras personas, sobre todo, jóvenes. Esas herramientas, llamadas de control parental, permiten bloquear desde algunas aplicaciones, a páginas web completas. Permiten, en su caso, tener un control sobre la actividad en internet del usuario, a través de historiales que solo se pueden borrar si se conoce una clave. Algunas, incluso, permiten geolocalizar el móvil para saber donde ha estado la persona que lo lleva. Existe un fuerte debate entre educadores sobre la conveniencia de esos métodos de control parental. Independientemente de que ningún sistema es 100% seguro y siempre hay formas de saltárselos, con unos conocimientos informáticos y la ayuda de los tutoriales que se pueden encontrar por internet, No obstante, en casos extremos estos sistemas pueden ser utilizados, teniendo en cuenta siempre el derecho del menor a su privacidad, que no afecta tanto a las aplicaciones a las que pueda acceder o no como al tema del control posterior de sus comunicaciones. Por eso hay que tener en cuenta que la mejor medida preventiva se basa en la confianza. Imponer uno de estos programas de control parental puede suponer, ya de raiz, que se genere una importante desconfianza mutua que puede hacernos perder información importante. Respecto a los PCs de sobremesa existe algún consejo que suele repetirse una y mil veces, como que siempre se utilicen en un lugar de la casa que permita mantener un control físico sobre el mismo y no dejar que el adolescente se «encierre» con él. Pero con los dispositivos móviles esto no pasa. Prohibir el uso en casa es poner puertas al campo. Por todos estos motivos es por lo que insistimos en que la mejor forma de prevención es la educación. Educación, sobre todo, en sentido común. No existe mejor antivirus. [bucket id=1577]